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Está su sonrisa al despertar, pensar el día, recordar la noche, un buen café. Está el aire moviendo el pelo, el sol en las mejillas, pisar los charcos. Está la cuenta corriente en constante descenso, las mismas noticias, la gente arriba, abajo, delante y, a empujones, detrás.
Están los sueños, los errores, el calendario. Pero está el amor, el abrazo, el mar, la mirada.
Y están las palabras... y luego está la literatura.