Uno de los poemas de mi libro "Mística Carnal" Editorial Amarante 2014.
Tú, como rabioso animal nocturno, fluyes
donde mi esqueleto levemente resucita.
Soy trofeo cómodo de la oscuridad y siempre fui
seguidora de tus manos.
Por eso, se detiene el aire y a mi lado, como un violín de gelatina,
parpadean tus ingles, enmascaradas entre gritos y silencios.
Mis pies se alzan, el suelo se derrumba.
Inspiro,
me robas unos segundos
y
se colma de vida tu pecho vanidoso.
Presa de ti, ahora no hay nada.
Únicamente tú, inmensamente, poseyéndome.
Atrapada quedo en esa niebla envolvente y juguetona
que como ola de mar viene a arrastrarme.
En el fondo me esperan el batir de unas alas de almíbar
que se adhieren viscosas a mis piernas y consigo bucear,
moverme en delirio de círculos y versos.
Agitada vuelvo a la superficie,
para encontrarte otra vez: cercano a mí, envolviéndome.
Y la brisa, que es piadosa y asustadiza, nos rodea con una advertencia:
“No creáis en quimeras de eternidad, cuerpos fugaces.
Sois solo dos partículas efímeras,
espacios olvidados del universo,
emocionados de ser, por un microsegundo,
tan gozosos.”
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